La reciente ronda de negociaciones entre el gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, y el Gobierno nacional abrió un nuevo capítulo en la relación entre Nación y provincias. En ese contexto, tomó fuerza la posibilidad de conformar un interbloque parlamentario integrado por gobernadores del NOA y el NEA, una iniciativa que podría modificar el mapa político en el Congreso y las dinámicas de negociación federal. Sobre este escenario, los politólogos Gabriel Garat y Patricio Adorno ofrecieron un análisis que coincide en la necesidad de observar estas reconfiguraciones desde una lógica más territorial que partidaria, aunque con distintos matices sobre su posible alcance.
Para Garat, la hipótesis de un interbloque que reúna a provincias como Tucumán, Salta, Catamarca y Misiones es un síntoma de época. “La creación de un bloque NOA–NEA es la prueba de la reconfiguración política de Argentina en la era Milei. El paraguas de los partidos nacionales está pinchado y filtra por todos lados”, afirmó.
En su análisis, las provincias enfrentan una situación fiscal que las obliga a repensar su estrategia de supervivencia política. “Las llevó a una situación de asfixia tal que las obligó a pensar en las similitudes con sus pares en términos de necesidades de gestión, y no en términos partidarios”, explicó el politólogo. Para el analista, lo decisivo es que los intereses locales dejaron de coincidir automáticamente con los lineamientos nacionales de sus partidos: “¿Qué tienen que ver las necesidades del peronismo tucumano con las del santafesino?”, se pregunta.
¿Cuál es el camino que une a Milei, a Santilli y a Jaldo?Adorno coincide en que el armado respondería a una lógica de fortalecimiento regional, pero entiende que no se trata de un fenómeno completamente nuevo, sino de la continuidad de un proceso. “En principio, es una iniciativa que formalizaría un grupo de trabajo que existió hasta 2023/2024, el Norte Grande”, señaló. En su visión, la ventaja institucional sería clara: “Mejoraría las condiciones de negociación de los gobernadores frente a Casa Rosada en un momento en el que el Gobierno nacional necesita menos aliados y estos pueden ser menos estables en el tiempo”. No obstante, Adorno advierte sobre el principal desafío: la cohesión. “Tiene la dificultad de lograr consensuar los intereses de los diferentes actores para que su creación se sostenga en el tiempo. El Gobierno seguramente intentará negociaciones individuales”, planteó.
Provincias Unidas
En declaraciones a LA GACETA, luego de reunirse con el ministro del Interior Diego Santilli, Jaldo marcó distancia con el espacio “Provincias Unidas”, que busca proyectarse hacia la elección presidencial de 2027. Para Garat, los objetivos de aquel armado y el que impulsan ahora los gobernadores del Norte no difieren demasiado, aunque sí su contexto temporal y estratégico:“La primera gran diferencia es el tiempo: no es lo mismo intentar construir una suerte de ‘tercera vía’ con cuatro meses de antelación que con dos años”.
Según su análisis, las provincias buscan cortar con la histórica nacionalización de las elecciones y poner en valor la gestión local. “Constituir armados que desde las provincias unifiquen posturas les da a los gobernadores la posibilidad de estar siempre en agenda, de condicionar y tener dos cartas sobre la mesa”, sostiene Garat.
Adorno, en cambio, interpreta que Jaldo mantiene una l ínea distinta, más centrada en la autonomía que en la disputa nacional. “Osvaldo Jaldo fue particularmente claro cuando dijo que ‘en Tucumán no tenemos una conducción nacional’. Esa frase refleja la vocación de mantener la mayor dosis de autonomía en un momento en que el PJ carece de un liderazgo nacional claro”, indicó. Para el politólogo, Jaldo nunca asumió la lógica de construir un espacio presidencial competitivo, sino más bien de negociar con el Gobierno nacional desde un lugar estratégico.
Ambos especialistas coinciden en que la relación entre Tucumán y la administración Milei tendrá una continuidad respecto a lo observado durante 2024, marcada por la cooperación pragmática. “Imagino una relación similar a lo que viene sucediendo hasta ahora”, afirma Garat, quien considera que Jaldo adoptó una estrategia moderada ante el Gobierno nacional y logró capitalizar su posicionamiento.
Adorno comparte esa mirada: “Imagino una relación mucho más parecida a 2024 que a 2025. Una provincia que coopere institucional y legislativamente con el Gobierno nacional”. Según el politólogo, la tensión política interna crecerá a medida que se acerquen las elecciones, pero será contenida por “el sistema institucional, que también modera esos conflictos”.
Las reformas
El Congreso será escenario de debates clave en los próximos meses, entre ellos la reforma laboral y el Presupuesto 2026, señalados por el Gobierno nacional como prioritarios.
Para Garat, la posición del oficialismo tucumano se moverá en su ya clásico equilibrio político: “Jaldo pone el foco en no renunciar a las conquistas del trabajador, pero reconoce la necesidad de ‘ser competitivos’”. En su visión, la provincia enfrenta desafíos productivos que obligan a revisar viejos esquemas: “Con 50% de informalidad, ¿a quién le hablás si proponés cuidar el aguinaldo o las vacaciones pagas?”, cuestiona el analista.
Osvaldo Jaldo destacó la “predisposición” del Gobierno nacional tras su reunión con Diego SantilliAdorno considera que antes de llegar a la reforma laboral, el Gobierno deberá demostrar que aprendió de sus errores legislativos. “Lo primero que tenemos que ver es la estrategia parlamentaria: si ampliará coaliciones y las sostendrá o si solo serán temporales”, sostiene. También destaca la importancia del trabajo en comisiones: “¿Buscará sancionar leyes o tener razón?”, resumió.